Introducción
El dolor se define como una experiencia sensorial o emocional desagradable asociada a un daño real o potencial en un tejido, o descrito en términos de dicho daño.1
El dolor crónico se puede definir como un dolor que persiste tres meses después del curso habitual de una enfermedad aguda, tiempo razonable para curar una lesión, o que se asocia con un proceso patológico crónico que causa dolor continuo, el cual se repite a intervalos durante meses o años.2
El dolor crónico es un problema de Salud Pública que ocasiona un grave deterioro de la calidad de vida de los pacientes que lo sufren y de las personas que les rodean. A menudo es infradiagnosticado e infratratado, lo que ocasiona un gran coste para el sistema sanitario.1,3,4,5,6
Entre las consecuencias de dolor crónico encontramos la interferencia en los aspectos de la vida diaria del paciente, empeorándola. Este deterioro se ha visto en las actividades diarias, en las relaciones familiares y sociales y en el trabajo, e incluso en el bienestar económico.1,3,4,5,6
Una reducción eficaz del dolor, la restauración o mejora de la funcionalidad y la calidad de vida relacionada con la salud son parámetros cada vez más relevantes para el manejo exitoso del dolor7.
La funcionalidad es la característica por la que una persona se maneja y se desenvuelve de manera autónoma para diferentes actividades, desde las más elementales y en el entorno más inmediato (domicilio), a las más complejas en la comunidad.8
Un estudio español sirvió para demostrar la importancia de una comunicación clínica de calidad en dolor: además de mejorar la satisfacción del paciente y la adherencia a los tratamientos, tiene efectos directos sobre la salud.9
En otro estudio se observó que los pacientes de los clínicos con formación en comunicación mejoraban la adherencia al tratamiento, evolución de la enfermedad y su propia comprensión del estado de su patología. Además, la formación en habilidades de comunicación para clínicos parece ser una forma eficiente para aclarar las necesidades algunos pacientes con baja compresión del lenguaje sanitario.10
Una comunicación efectiva entre profesional sanitario y paciente es clave en el abordaje del dolor. De hecho, una buena comunicación clínica puede reducir el dolor crónico hasta el 20% y mejorar tanto la movilidad como la ansiedad en un 25%, según las conclusiones de un estudio realizado por médicos españoles y publicado en la revista Patient Education and Counselingii. De los 20 médicos de familia que atendieron a estos enfermos, la mitad habían recibido un curso específico de técnicas de comunicación. Las personas que fueron atendidas por los médicos que habían recibido esta formación experimentaron una disminución significativa de la intensidad del dolor, una clara progresión en la movilidad y hasta el 33% de los pacientes manifestaron tener más energía.9
Es por ello que es preciso conocer el entorno que rodea a los pacientes para realizar una intervención integral desde un punto de vista amplio y multidisciplinar, donde tanto los tratamientos farmacológicos como los no farmacológicos y de promoción de hábitos saludables, permitan una mejora global de la patología dolorosa y de su repercusión personal, social y económica.5,7
Objetivos generales
- Programa formativo en comunicación de la evidencia, investigación y presentación en foros científicos para especialistas en dolor.
- Se plantearán las distintas fases relacionadas con la divulgación científica del dolor crónico, desde la búsqueda la información, ya sea a través de publicaciones o poniendo estudios en marcha para obtenerla, como su divulgación en medios digitales o en público.