¿Qué es la educación en neurociencia del dolor?

La Educación en Neurociencia del Dolor (PNE por sus siglas en inglés “Pain Neuroscience Education”) es un enfoque innovador basado en intervenciones educativas para el manejo del dolor crónico. Esta aproximación se utiliza con mayor frecuencia cada vez, sobre todo en pacientes con dolor crónico de origen neuropático o nociplástico.^1–3

Tradicionalmente, el dolor se ha abordado desde un enfoque biomédico, centrado en la anatomía, biomecánica y patoanatomía. Aunque esta aproximación puede ser útil en fases de dolor agudo, como lesiones, cirugías y algunos estados patológicos, no explica adecuadamente los mecanismos complejos que hay detrás del dolor persistente. En estas circunstancias, existen otros componentes, como la sensibilización central y periférica, la neuroplasticidad o cambios endocrinos e inmunológicos que requieren otro tipo de abordajes.⁴

En este sentido, la PNE se centra en enseñar a los pacientes cómo su sistema nervioso procesa el dolor, haciendo hincapié en que la percepción del dolor no siempre está relacionada con un daño tisular. Así, la PNE ha demostrado ser una herramienta efectiva para que los pacientes comprendan los mecanismos biológicos y fisiológicos que hay detrás de su dolor y aprendan a gestionarlo de manera más efectiva.^1,4

Principios y conceptos de la PNE

La educación en neurociencia del dolor consiste en enseñar a los pacientes conceptos básicos sobre neurofisiología y los procesos biológicos subyacentes a la experiencia del dolor. El principio básico de la PNE es que el dolor no siempre refleja daño tisular. En realidad, el dolor es una respuesta de protección del organismo ante una amenaza real o percibida. El cerebro evalúa una serie de factores y, si los percibe como una amenaza, activará la respuesta del dolor.¹

Otro concepto clave en la PNE es la sensibilización central, la encargada de que el dolor agudo se vuelva crónico. El sistema nervioso central entra en un estado persistente de reactividad, es decir, se vuelve más sensible a los estímulos, percibiendo como doloroso cualquier pequeño estímulo. Así, aunque la lesión inicial se haya sanado, o incluso si no existe una lesión, el cerebro sigue produciendo señales de dolor. Esta sensibilización puede estar influenciada por factores emocionales, psicológicos y sociales, por lo que la ansiedad y el dolor crónicos suelen ir de la mano.¹

Otro factor fundamental en el establecimiento del dolor crónico y que se debe tratar en la PNE es la neuroplasticidad. Ésta es la capacidad del cerebro y el sistema nervioso para adaptarse y cambiar en función de las experiencias, permitiéndonos aprender y generar nuevos comportamientos.¹ El dolor en sí mismo es una respuesta protectora, y su ausencia puede suponer una amenaza para la supervivencia4. Cuando experimentamos dolor ante una situación, aprendemos a evitar ese tipo de situaciones. Sin embargo, en ocasiones las vías del dolor pueden volverse más sensibles, generando una respuesta dolorosa ante cualquier estímulo y perpetuando el estado de dolor crónico.¹

La PNE tiene como objetivo reducir el miedo, la catastrofización y mejorar la funcionalidad del paciente al comprender cómo el cerebro amplifica las señales de dolor en ausencia de un daño continuo.¹

Metodología

La PNE trata de que el paciente comprenda cómo funciona su dolor y cómo puede manejarlo. La comprensión puede ayudar a reducir el miedo y la ansiedad, que pueden empeorar el dolor. Para ello, se utilizan diferentes abordajes para facilitar la comprensión de los conocimientos. En muchas ocasiones, se utilizan unas sesiones individualizadas adaptadas a las necesidades de cada paciente, considerando su experiencia individual del dolor y factores psicosociales.^1,5

En otras ocasiones se realizan intervenciones grupales, más interactivas que directivas, permitiendo que los pacientes se impliquen en su aprendizaje.^2,5

Además, se suelen utilizar ejemplos y metáforas1, así como recursos gráficos (vídeos e imágenes)³ utilizando analogías para explicar los conceptos de manera sencilla. Así, por ejemplo, se les explica que el sistema nervioso es como un sistema de alarma que puede estar “mal calibrado”, sonando de manera exagerada frente a estímulos que no representan una amenaza real.¹

Además, la PNE se puede acompañar con terapias complementarias, como terapia física, ejercicios de rehabilitación y técnicas de relajación para abordar el dolor desde un enfoque multidimensional. El programa incluye también evaluaciones clínicas biopsicosociales que permiten personalizar la intervención educativa a las necesidades individuales del paciente.¹

¿Qué conocimientos se abordan en las intervenciones de PNE?

Los diferentes profesionales de la PNE pueden incorporar diferentes contenidos en sus sesiones. Sin embargo, estos siempre van dirigidos a explicar a los pacientes el funcionamiento de su dolor. Para ello, estas sesiones suelen hablar de la neurofisiología del dolor y la nocicepción, explicándole al paciente cómo procesan el dolor el sistema nervioso y el cerebro.^1,2,4

Puede ser útil explicarle al paciente las diferencias entre dolor agudo y crónico, y el concepto de sensibilización central y cómo el sistema nervioso puede amplificar las señales de dolor en el dolor crónico. Este enfoque intenta que los pacientes comprendan que el dolor no siempre está directamente relacionado con un daño tisular, sino que puede estar mediado por una hiperactivación del sistema nervioso.^1,2,4

También se le suele hablar de la plasticidad neuronal, la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse, tanto en sentido positivo como negativo. Así, las redes neuronales pueden volverse más sensibles al dolor con el tiempo, promoviendo su cronificación.^1,4

Es importante que el paciente entienda que el cerebro y la médula espinal pueden amplificar o reducir las señales de dolor, pudiendo hacer muy dolorosa una lesión menor y persistir una vez que ha sanado.^1,4

También se incluyen en ocasiones técnicas para mejorar la atención y la consciencia corporal, lo que permite al paciente tener una mayor consciencia de sí mismo y de cómo se presenta el dolor. Además, se incluyen estrategias para realizar actividades de la vida diaria, superando las limitaciones del dolor.²

¿En qué tipos de dolor resulta útil la PNE?

La PNE es útil en diversos tipos de dolor crónico, especialmente aquellos en los que están involucradas la sensibilización central o nociplástica. Al modificar la percepción del dolor y la relación que establece el paciente con él, la PNE favorece que los pacientes se sientan más capacitados para manejar su dolor y volver a su vida cotidiana, reduciendo la necesidad de fármacos y tratamientos invasivos¹.

Así, la PNE es útil en casos de dolor musculoesquelético crónico, como dolor lumbar o cervical crónicos, debido a la activación de vías neuronales hipersensibles^1,4. También es aplicable en casos de dolor oncológico crónico, mejorando la calidad de vida de los pacientes al reducir el impacto emocional del dolor¹.

En el caso del dolor neuropático, presente en afecciones como la neuropatía diabética o neuralgias postherpépticas, la PNE ayuda a reducir la sensación de dolor ardiente o punzante¹.

Además, resulta de especial utilidad en casos de fibromialgia, ya que esta enfermedad se asocia con la sensibilización central.¹ La fibromialgia es un síndrome caracterizado por dolor crónico generalizado, fatiga y otros síntomas que afectan significativamente la calidad de vida de quienes la padecen². Por tanto, es de gran ayuda para el paciente entender cómo la sensibilización central agrava el dolor, enseñándole a modular sus respuestas nerviosas.¹

Impacto clínico y beneficios

La PNE parece ser una herramienta valiosa para abordar el dolor crónico en pacientes con afecciones musculoesqueléticas. No solo reduce el dolor y la discapacidad, sino que también fomenta la autogestión de los pacientes mediante una mejor comprensión de sus síntomas y cómo manejarlos.⁴

La educación en neurociencias del dolor ha demostrado ser eficaz en la reducción del dolor. Aunque puede que éste no desaparezca por completo, los pacientes experimentan una reducción significativa en la intensidad del dolor percibido. Además, se produce una mejoría en la funcionalidad y una reducción de la discapacidad. Los pacientes comienzan a moverse más libremente al comprender que el dolor no es un signo de daño continuo.^1,4–6

Por otro lado, los pacientes con dolor crónico suelen presentar también una salud mental deteriorada, presentando depresión o ansiedad. Estos síntomas se ven reducidos también con la PNE, ya que se aborda el miedo al dolor y se reduce la catastrofización, mejorando el estado anímico del paciente.^1,3–5

Otro efecto notable de la PNE es la disminución de la dependencia de medicamentos¹ y de los servicios de salud⁴, ya que aprenden a manejar mejor sus síntomas sin recurrir a analgésicos potentes o a acudir al centro de salud.^1,4

La comprensión de su condición puede motivar al paciente a participar en programas de ejercicio y otras intervenciones terapéuticas, lo que contribuye a mejorar su función física y reducir el dolor, mejorando su calidad de vida. Además, la PNE promueve una mejor comunicación entre el paciente y el terapeuta, lo que puede mejorar la adherencia al tratamiento.^3,5

Conclusión

La educación en neurociencia del dolor (PNE) se ha consolidado como una herramienta eficaz para el manejo del dolor crónico, especialmente en casos donde éste está mediado por la sensibilización central y la hiperactividad del sistema nervioso. Así, resulta de especial utilidad en el caso de la fibromialgia, caracterizada precisamente por estos procesos. Sin embargo, también reporta beneficios en pacientes con dolor oncológico crónico, neuropatías y dolor musculoesquelético crónico.

Al ofrecer a los pacientes una comprensión más profunda de su patología, la PNE no solo reduce la intensidad del dolor percibido, sino que también mejora la funcionalidad, disminuye la catastrofización y reduce la dependencia de medicamentos. Con un enfoque educativo claro y accesible, la PNE permite a los pacientes comprender su dolor y desarrollar sus propias estrategias para gestionarlo, recuperando su calidad de vida.

La neurociencia del dolor